martes, 13 de diciembre de 2011

1974


1974, un año más en el que podemos ver los estragos que hizo la suspensión de la ‘Revista Triunfo’, y es que la autocensura no es un acto voluntario ni individual, no es hablar de autodisciplina, ni siquiera de autocrítica. Con la autocensura, el intelectual, el escritor, el artista, no llegan jamás a alcanzar su propia estatura, con lo que el arte y el pensamiento siempre están por debajo de sus posibilidades reales y con lo que la sociedad pierde oportunidades de clarificación y de progreso.
“Un día desaparecerá la censura, y es que ya todo será censura”. Debemos pensar que la libertad es el factor rey en la obra de arte.

En la revista Triunfo encontramos varios artículos relacionados con la autocensura y la suspensión. La suspensión de un periódico, incluso la temporal, es una sanción siempre grave y de imposible reparación. Hablamos de consecuencias económicas, de la supresión de una voz colectiva y de la posible pérdida de un número de lectores y compradores, adquiridos con esfuerzo.
Pero no debemos olvidar que las sanciones que impliquen suspensión o interrupción en la publicación de un periódico no son ejecutivas hasta que hayan sido resueltos con carácter firme los recursos que en su caso se interpongan.

A partir de esto, se lee en La Vanguardia: “La libertad de expresión de los periódicos no es la libertad de expresión particular de los contados ciudadanos que ejercen el periodismo y ni siquiera la libertad de expresión privada de los propietarios de los periódicos, sino una parte importante de la libertad de expresión del país”.



La Administración se limita a usar las atribuciones que la ley le concede. Los padres legislativos de la Patria no parecen tener prisa en proponer una reforma de la Ley de Prensa. Pero todos sabemos que “esto no pasaría si los suspensores se lo pensaran cincuenta o doscientas cincuenta mil veces antes de suspender”.
A partir de este momento empezamos a leer en periódicos como La Vanguardia titulares así: “EL SUPREMO REBAJA UNA MULTA IMPUESTA A LA REVISTA «TRIUNFO»”.

Se le impuso una multa de 200.000 pesetas por infracción grave de la Ley de Prensa, aunque la administración la consideró leve y todo porque supuestamente la revista ridiculizaba un acto convocado, y es que esas palabras no afectaron a nadie.
Aunque durante este año, esta noticia se hace no se hace mucho eco en la prensa, el periódico ABC publica un titular similar al de La Vanguardia, “EL SUPREMO REDUCE UNA SANCIÓN A TRIUNFO”.


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